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lunes, 29 de octubre de 2012

Cartas de presentación de Burmeister escritas por Alberdi a Urquiza y por von Gulich en relación con el primer viaje de Burmeister a la Confederación


Hugo P. Castello, 2012.  MACN:  en comisión en la Fundación de Historia Natural "Félix de Azara".


Pasaporte de Burmeister para ingresar al terriotrio de la -Confederación Argentina.

Después de la caída de Rosas, la Provincia de Buenos Aires escindida de la primera, había nombrado representantes diplomáticos en Europa. La Confederación procedió de igual modo y Juan Bautista Alberdi fue designado Ministro Plenipotenciario de la Confederación ante Europa (1855-1862).
Hermann Burmeister acababa de retornar a Halle, Prusia, de su primer viaje a América (Brasil) cuando le solicitó ayuda a su maestro y amigo Alexander von Humboldt, para realizar un segundo viaje, esta vez por cuatro años a la Confederación Argentina.
En Paris había conocido a Juan Bautista Alberdi cuando en cierto momento de 1856 Hermann Burmeister lo contactó para conseguir autorización u apoyo para recorrer determinadas provincias de la Confederación en 1857 con fines de exploración e investigación.
Procedió para tal fin a escribir una carta (sin fecha, posterior a Septiembre de 1856)* en francés al Ministro de Interior de la Confederación Argentina, Dr. Santiago Derruí, cuyo Ministerio residía en la ciudad de Paraná, Capital Federal de la Confederación.
* La carta fue entregada en mano al Sr. von Gulich, quien a su vez se la envió desde Montevideo a Paraná junto con una carta credencial del gobierno prusiano al Dr. B. López, Ministro de Relaciones Exteriores de la Confederación el 12 de Diciembre de 1856, en la cual von Gulich se explaya sobre las intenciones de Burmeister y de su futuro viaje de exploración (Trascripción escrita en máquina de escribir: AHMACN No. 218-28).


Santiago Derqui, ex Ministro de Interior de la Confederación, y en 1860 Presidente de la Confederación.
En ella le informaba de su deseo de iniciar un viaje de exploración de nuestro país, para conocer la constitución geológica y zoológica de esa parte de la América Meridional, partiendo de Rozario (sic) directamente a Mendoza, donde se quedaría por varios meses para explorar científicamente los alrededores de esa villa, e informa que quizás al retornar, probablemente, tocaría las villas de San Juan, Rioga (sic), Catamarca, de Tucumán, y el Río Salado justo hasta Santa Fé. Informa también que sus gastos le han sido liberalmente cubiertos por su Majestad, el Rey de Prusia, y que desea que el Mto. Derqui le provea de cartas de recomendación oficial para  presentar a los gobiernos provinciales de Santa Fé, Córdoba, San Luís, Mendoza y la Rioga (sic) y que interceda ante las autoridades de Rozario para que le concedan una carreta con bueyes o con mulas para poder trasladarse. Menciona también que cuenta con los auspicios de von Gulich, y de Alberdi, que ha tenido la voluntad de informar sobre su emprendimiento a su Excelencia, el General Urquiza, a través de la carta, cuya copia adjunta.
Daguerrotipo de Alberdi, obtenido en Chile entre 1850-1853
Alberdi le entregó una carta de presentación para el Gral. Justo José de Urquiza, Presidente de la Confederación

, donde le decía que había que reparar errores cometidos en otras oportunidades dándole apoyo a los “sabios de Europa que van para darnos a conocer a nosotros mismos las riquezas a nosotros mismos de las riquezas de las que somos, por hora, posessores (sic) inapercibidos".

Carta de Alberdi a Urquiza




Transcripción de la carta
































El General Justo José de Urquiza, Presidente de la Confederación Argentina entre 1854 y 1860



Portada del libro sobre el Viaje a los Estados del Plata, en alemán, publicado en Halle (1861)


Cuando Burmeister llegó a la Confederación
en Enero de 1857 no pudo conocer en persona al gral. Urquiza, sólo pudo hacerlo mucho mas tarde, en ocasión del banquete que siguió al desfile de tropas leales a Urquiza en ocasión de la fiesta patria del 25 de Mayo de 1858.
En aquella ocasión y en base a su previa experiencia militar Burmeister se sorprende ante la poderosa caballería del caudillo entrerriano y de la pobreza de la infantería. Como resultado de este prolongado viaje por alguna provincias de la Confederación,
, mas tarde publica en alemán su obra “Reise durch die La Plata-staaten” (1861) (1), el cual fue publicado en español mucho tiempo después como “Viajes por los Estados del Plata (1857-1860)" (2) .
 

El desfile de las tropas de Urquiza en ocasión del 25 de mayo de 1858, dibujado por Carlos Burmeister, tomado de "Vajes por los Estados del Plata (1857-1860) " 1944.

Burmeister retorna por segunda vez al Plata en 1861 y solo puede asumir la Dirección del Museo Público en Febrero de 1862.






Nota del Superior Gobierno de Buenos Aires comunicándole que el 22 de Febrero de 1862 ha sido "Designado Director del Museo Público de Buenos Aires, en Comisión" y que su salario será abonado en la suma de $ 24.000 anuales a través de la Asociación Amigos de las Ciencias Naturales del Plata.


Bibliografia:
(1) Burmeister, H. (1861). Reise durch die La Plata-staaten mit besonderer Rücksicht auf die physische Beschaffenheit und den Culturzustand der Argentinischen Republik. Editorial: Halle: H. W. Schmidt, 1861.
(2) Burmeister, H., 1944. Viaje por los Estados del Plata, con referencia especial a la constitución física y al estado de la cultura de la Rep. Argentina realizado en los años 1857, 1858, 1859 y 1860 por…Unión Germánica en la Argentina, tres vol.

Las dificultades de Burmeister para expresarse y escribir en español.

Hugo P. Castello, 2012.  MACN:  en comisión en la Fundación de Historia Natural "Félix de Azara".

Burmeister en más de una oportunidad manifestó en sus notas no querer pronunciar conferencias en la Universidad u otros centros académicos, aludiendo a su dificultad para expresarse correctamente en idioma español, por lo que rechazó numerosas ofertas para dar cursos universitarios, participar de comisiones oficiales, etc.
Nota de respuesta de Burmeister al Decano Capdevila rechazando la oferta de pronunciar "lecciones públicas como consecuencia de "mi poca versatilidad en la lengua castellana me obliga a no hablar públicamente" (AHMACN 455 a; 30/7/1875).
Sus balances de gastos. de lo que hoy denominaríamos el fondo de la “caja chica”, resultan elocuentes, para quien los lee por vez primera, y muy pintorescos porque no sólo dan una idea de la gran variedad de insumos del Museo hace 140 años atrás, sino que también muestran las dificultades idiomáticas del sabio. Así por ejemplo, según sus propias anotaciones compraba: Aceite de Lithargo, Alumbre y sal, Yeso: media arroba, pago al "vasurero"(sic), 6 quartos de aguardiente, un nuevo "brazero" (sic), kerosene para el zaguan, "Chloruro de cal", municiones para el cazador, carbones de piedra, changador para traer los libros de Bemberg, alambre, cartas para Europa, una vejiga del mercado, un plumero nuevo, sublimato: media libra, una lámpara para el zaguán, hilo y masilla (AHMACN: 1871), o por ejemplo un “mappa” (sic) del teatro de la guerra, cartas a Europa, media libra de cola (AHMACN: 1877).

Dos años después de haber llegado a  Buenos Aires en una extensa carta de Burmeister a Juan María Gutiérrez, rector de la universidad (10/11/18963), le plantea una serie de problemas que debe enfrentar y la escribe en español, con una cierta mezcla de otros idiomas, o simples deformaciones del español, sirvan de ejemplo algunas frases:
…yo soy obligado viver toda la semana en la tierra y  el polvere..
“he ablado algunas vezes  sobre éste con el Sñr. Torres, pero nunca puede consegir
“…… y aceptado un serviente para el Museo”….
“….. para asistarme en mis acupaciones…..”
“….. consumendo un dineral….”
“….como no soy (no tengo) de un documento legal….”
“….si la porta de fierro…”
Se despide del Rector así: “Dispense V.S. esta mi mala lengua castiliana”.

Con el pasar de los años su español escrito  habría de mejorar, pero como lo discutimos en otra nota, alguien le transcribía sus notas  a un español formal y protocolar, sin errores. Entre los que lo ayudaron en esa tarea estuvo Francisco Pascasio Moreno, cuando éste frecuentaba el museo para aprender bajo la tutela de Burmeister.

Notas complementarias:
Una semblanza de Burmeister: Conferencia pronunciada en el Museo de Historia Natural de Buenos Aires por Don Aníbal Cardoso.
Un mismo tema, dos textos semejantes, dos sintaxis y caligrafías diferentes.

viernes, 26 de octubre de 2012

El antiguo edificio del Museo Público en la esquina de las calles Perú y Potosí (Alsina)

Hugo P. Castello, 2012.  MACN:  en comisión en la Fundación de Historia Natural "Félix de Azara".


El edificio que ocupó el antiguo museo
El local ocupado por el museo estaba situado en la construcción mas antigua de la ciudad (actualmente la Manzana de las Luces), cuyo origen se remonta a los primeros años del Siglo XVIII.


Reconstrucción de como eran las construcciones jesuíticas (actual Manzana de las Luces) en 1767. A la derecha y al fondo el sector que habría de ocupar el museo en 1854 hasta 1940.

El Museo Público se ubicó desde el año 1854 en el sector del edificio situado enfrente a la plazoleta del viejo Mercado, en la esquina de las calles Perú y Potosí (hoy en día Alsina) estando orientado, por consecuencia, al Norte y al Oeste.


La Procuradoría

 de las Misiones, construida entre 1730 y 1780 estaba situada en el ángulo NE de esa manzana, y era la encargada de administrar y capitalizar los beneficios del comercio de las misiones. Tenia además a su cargo alojar y mantener a los indígenas de las reducciones que venían a Buenos Aires para desempeñar diferentes tareas. En torno de su patio y tras las arcadas de ladrillo de sus corredores, se hallaban: las aulas del Colegio de San Ignacio, la botica organizada por el médico irlandés Thomas Falkner S. J. y la Procuradoría de las Misiones.

Fachada del museo en Perú y Alsina y plazoleta ,casi 1885 (Archivo de C.Gotta).













Antiguo plano de la Procuradoria de las Misiones
El museo pasó a ocupar los locales del primer piso , por encima de los cuartos numerados del 18 al 20.


Existen dos relatos escritos de cómo estaban distribuidos los espacios del Museo Público, uno es el realizado por Holmberg (1878) y el otro proviene de una excelente descripción publicada en una guía de turismo en francés (Martinez, 1907). Existen algunas leves diferencias en las dimensiones de los salones que consignan ambos autores.La fachada principal del Museo, sobre la calle Perú media 33, 5 m, aunque la Planta Baja sólo ocupaba 11 m., y la que estaba sobre la calle Alsina, media 49,75 m.Un ala de 14 m. de longitud formaba el fondo que limitaba con el local en ese momento ocupado en parte por la Universidad y en parte por la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.Todo el edificio se componía de una Planta Baja y de un Primer Piso que alojaba algunos cuartos o salones debajo de la bóveda o techo. En el fondo existía un entresuelo, que servia de atelier para los preparadores.La entrada estaba sobre la calle Perú 208. Exteriormente el Museo no atraía la mirada de los peatones, si estos no observaban el escudo nacional con la inscripción correspondiente, lo que no se podían imaginar jamás que el local estaba ocupado por una de las primeras instituciones en ser fundadas en el país.La Planta Baja contenía un largo y húmedo vestíbulo o zaguán en el que se exhibían huesos de ballena y algunos pocos objetos de importancia. Los cuartos de la P. Baja estaban ocupados por el Secretariado, un cuarto oscuro, los toilets, y cuatro piezas con una superficie total de 223 metros cuadrados. Y en un cuarto ubicado justo en la esquina de Potosí y Perú, la biblioteca a la que se accedía desde el zaguán. Al fondo del zaguán estaba la escalera de madera que desembocaba en el corredor abierto (hasta el año1875) de 17,2 m de longitud y de 2,32 m de ancho, paralelo al patio de la universidad. En ese corredor abierto se exhibían cuadros con la serie de los papas, medallas de los reyes de Francia, una cromolitografía de Humboldt, etc. Durante 1875 Burmeister hizo cerrar el corredor, por lo que se convirtió así en una galería cerrada que recibía la luz a través de cuatro ventanas que daban al patio. Había en el primer piso, además, tres cuartos de dimensiones reducidas y cuatro salones con una superficie total de 443, 92 m. cuadrados. En ese nivel estaba instalado el cuarto del Director, al cual se accedía entrando primero al gran salón. Debajo de ese mismo salón estaba ubicado el laboratorio construido a pedido de Burmeister en 1870 y una pieza pequeña que servia de depósito. En el extremo de la galería se encontraba un gran salón paralelo al patio de la Universidad que tenia 40 varas de longitud (equivalente a unos 36 metros) y con ventanas hacia la calle Potosí. En 1878 él se exhibían en jaulas de vidrio los mamíferos, la colección de monedas, y un aposento que contenía la mayor parte de los insectos. Los más llamativos, en jaulas de vidrio distribuidas en la parte media del salón, eran los grandes esqueletos fósiles: el Megaterio, y el esqueleto del ave fósil Dinormis de Nueva Zelanda, etc.). Sus paredes longitudinales estaban cubiertas por armarios que contenían aves, especialmente los pájaros y enfrente las palmípedas. En otros de los armarios estaban los objetos de Arqueología y en la pared del fondo una colección de cuadros de la conquista del Perú y retratos, entre ellos el de Félix de Azara y el busto de Rivadavia sobre el armario de patos y gansos. Se completaba la exhibición con los minerales, los moluscos, los zoófitos. En el salón del primer piso y sobre la esquina se exhibían las aves rapaces, las trepadoras, las gallináceas, giradoras, corredoras, zancudas y el resto de la palmípedas y en vitrinas separadas los gliptodontes.










Placa de bronce recordatoria colocada en el local del antiguo Museo inaugurada el 12/8/1932, durante la dirección del Prof. Doello Jurado. Esta placa en la actualidad está exhibida en un patio interno de la Manzana de las Luces.

Durante la visita al Museo Público en 1889 del comerciante de fósiles y muestras para Museos, Henry Ward, escribió refiriéndose a Burmeister y al local del museo: 




Sus descubrimientos y descripciones de los fósiles del gran Megatherium, el Mylodon, , Glyptodon, y otros, nos han familiarizado con estos monstruos de otras épocas, como si fueran animales modernos. Desafortunadamente, el museo está abierto al público sólo los domingos, sin embargo, se me concedió el gran privilegio de acceso ilimitado a todas sus salas de exposición en cualqueir momento y el tiempo que deseara.
Usted no se puede imaginar el placer que estas visitas me hicieron experimentar . ¿Qué no darían nuestros paleontólogos norteamericanos para estar aunque sea por sólo una hora en la presencia de estos fósiles antiguos, cuyo gran interés, es casi  igualado por su valor histórico,ya que representan las eras de la historia geológica?  Ellos están exhibidos, en su mayoría, en el centro de dos grandes salas d eexposición ,, a fin de facilitar su observación desde todos los ángulos, aquí nos encontramos con muestras completas de diferentes épocas, del Glyptodon, progenitor gigante de los armadillos que se encuentran en toda la pampa, que al cavar sus cuevas se convirtieron en la tumba de sus formifables us formidables antepasados, hay también dos excelentes ejemplares de Scelidotherium, otros dos de Milodón, y un número  de muestras de megaterio, los enormes tardígrados cuyo descubrimiento ha puesto de manifiesto a los eruditos de Europa la existencia en esta parte del mundo, de animales extintos anteriormente desconocidos para la ciencia. Es triste, sin embargo, que un museo importante, tanto por su valor intrínseco como por su tradición, deba tener que guardar sus tesoros en pequeñas y mal iluminadas salas   con bajos techos y accesibles sólo a través de una larga y cansadora escalera de madera y de un estrecho corredor. El local destruye todo el efecto que produciría esta invaluable colección si se la mostrara convenientemente al público en un edificio adecuado (Ward, 1889: 145-6).

Vistas externas del edificio del Museo 
Son muy escasas las fotos existentes del interior y del exterior del edificio.Frente al edificio de la Universidad
 y del Museo existía en Perú y Alsina una plazoleta redonda o “square” con palmeras, y detrás de ella, ocupando, casi toda una manzana se había levantado el Mercado del Centro, al cual se podía ingresar a través de una entrada principal con una arcada. Existían otras dos entradas secundarias por Chacabuco y por Moreno. A los costados de la plazoleta existían dos cafés y un espacio donde estacionaban los carruajes de carga y de pasajeros. En una de las fotos tomadas por Whitcomb (finales de siglo) se puede ver desde el interior del mercado, el frente del primer piso de la Universidad y hacia la izquierda el museo, al fondo, la torre de la iglesia de San Ignacio y más a la izquierda la torre del Cabildo. El Mercado del centro o Mercado viejo ocupaba el sitio en donde estuvo antiguamente la ranchería de los negros al servicio de los jesuitas, cuya iglesia y casa estaban inmediatas.El Mercado databa del siglo XIX y ocupaba la manzana entre las calles Perú, Chacabuco, Alsina y Moreno. Cuando se construyó era el mejor mercado de Buenos Aires y es el que sirvió de modelo a todos los demás que se edificaron posteriormente. Fue demolido en 1907.




Fachada del edificio del Museo en Perú y Alsina, al momento de la foto el alumbrado público ya había sido instalado y por la calle Alsina, corria el tranvía.








  • Interior del Mercado central o Mercado viejo , foto Whitcomb, fines de siglo XIX, (AGN). Instantánea de la puerta de acceso al Mercado del Centro, al que entraban cada día para ser distribuidos miles de kilos de fruta, de legumbres, de pescado, de carne, de queso y manteca, innumerables gallinas, patos, gansos y martinetas, conejos, perdices y palomas, cientos de kilos de embutidos, de hielo, etc.





Plazoleta ubicada en la interseccion de Potosí y Peru, frente al Museo Público, al fondo la puerta de entrada al Mercado central.





Vista aérea del Museo y Facultad, obtenida desde la Torre del Concejo Deliberante, posiblemente después de 1931. La Diagonal Sur ya está trazada, la ochava del Museo aun no había sido demolida, por lo que su ancho se angosta en esa esquina. Posteriormente en 19841 se habrá de construir el monumento a Roca y la ochava será demolida.


Decenas de reclamos infructuosos para la construcción de un nuevo edificio del Museo.

Todos los antiguos autores consultados coinciden en que el edificio no era apropiado para la instalación de un Museo, lo que una vez fallecido Burmeister en 1892, motivó un total de 39 sucesivos reclamos escritos efectuados ante el Poder Ejecutivo por los siguientes Directores del Museo, como por ej., el Director Carlos Berg y el sabio Florentino Ameghino, año tras año (1893-1910), quienes reclamaron la búsqueda de un nuevo local para el museo. En 1907 los poderes públicos habían decretado su transferencia a otra ubicación. En ese año se pensaba construir el nuevo edificio en el Paseo de la Recoleta.,

idea que luego fue descartada. En el edificio de la calle Perú, durante el período de la década de 1930 a
 1940, ya cuando se había inaugurado parcialmente el nuevo edificio del Parque Centenario, continuaron trabajando los científicos y técnicos de la sección Paleontología, quienes fueron uno de los los últimos en trasladarse a la nueva sede. En el año 1945 todavia funcionaban en él las secciones de Musicología y Herpetologia (reptiles) y una pequeña Sala de Conferencias, donde en 1944 se pronunciaron varias disertaciones sobre Antropología y se impartían los cursos teóricos de la Escuela de Minería (Exp. No. E 901/945). Por lo tanto la información de la página Web del MACN en cuanto este tema debe ser corregida.Este memorable conjunto arquitectónico ha logrado subsistir casi en su totalidad hasta nuestros días, con excepción de su ángulo noroeste, sobre las calles Alsina y Perú, que fue mutilado en 1931 al construirse, sobre la esquina del edificio, una ochava para permitir el trazado de la Avenida Julio
A. Roca.  Aparentemente en esa fecha habría desaparecido también la plazoleta del mercado que existía frente al Museo. Nota
1) Herrero Ducloux, E. 1914. Nota sobre el meteorito carbonoso de Nogoyá, Bs. As. ed. Coni. El “Nogoyá” fue hallado en Entre Ríos a los 32º 22’ S., 59º 50’ O y caído el 30/6/1879 con una masa de 4 Kgs., depositado en el MACN.

Bibliografía

Holmberg, E. L., 1878 .El Museo de Buenos Aires: Su Pasado-Su presente – Su porvenir. El Naturalista Argentino, tomo I, entrega 2ª.Febrero de 1878: 33-43.
Martinez, A. N. 1907. Musée d’Histoire Naturelle: 242-249 in: Manuel de Voyageur. Baedeker de la Republique Argentine
, Barcelona, A López Robert, imprimeur: 632 pp. Baedecker, 1907. La Republique Argentina. Ward, A. 1899. Los museos Argentinos. Revista del Museo de La Plata.
1 (1891):145-151.

La Casa Memorial de Burmeister en Stralsund, Alemania

Karl H. Konrad Burmeister, nació el 15 de Enero 1807 en Stralsund en una casa ubicada en Böttcherstrasse 9. Desde el principio Burmeister reveló inclinación por la ciencia, y su profesor de secundaria fomentó ese interés.En ese momento existía en Stralsund, un círculo de amantes de la entomología, en el cual Burmeister tuvo fuerte influencia, convirtiéndose en corto tiempo en el mejor especialista alemán de esa especialidad. Desde 1826 hasta 1829 H. Burmeister estudió ciencias naturales y medicina en Greifswald y en Halle. En 1837 fue nombrado Profesor de Zoología y Director del Museo Zoológico de Halle.

Muchas especies fueron descritas por primera vez por él y otras llevan su nombre. Por un trágico accidente en su museo murió el 2 de Mayo de 1892.Burmeister tomo parte de los procesos sociales en 1848 en Alemania y fue electo miembro de la Asamblea Nacional, pero en el año 1850, desilusionado por el desarrollo político, renunció a su cargo.
Casa natal de H .Burmeister en Böttcherstrasse 9, Stralsund, antes de ser demolida.
A través de la intercesión de 1850 Alexander von Humboldt, Burmeister pudo embarcarse en un viaje de investigación a Brasil. Ya en 1856 se embarcó en otro viaje a América del Sur y comenzó el estudio científico de la zona del Plata. Ya que la casa natal de Burmeister había sido demolida, el Museo Marítimo se izo cargo en 1987 de buscar un monumento representativo de este gran hijo de la ciudad hanseática de Stralsunden y escogió para tal fin una mansión habitada de estilo gótico en la calle Mönchstraße 45. El edificio se salvó de la demolición, y se comenzaron a tomar medidas de seguridad y de reconstrucción y se procedió a renovarla.de la intercesión de 1850 Alexander von Humboldt, Burmeister pudo embarcarse en un viaje de investigación a Brasil. Ya en 1856 se embarcó en otro viaje a América del Sur y comenzó el estudio científico de la zona del Plata. Burmeister 1861 viajó a Argentina y se hizo cargo de “Museo Público de Buenos Aires " en 1862, que dirigió hasta su muerte. En 1870 fundó en nombre del Presidente de la República Argentina, la Academia y Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de Córdoba. Burmeister fue uno de los últimos estudiosos enciclopedistas del Siglo XIX.


Busto de Burmeister en exhibición en Stralsund.
La inauguración de la Casa Memorial de Burmeister tuvo lugar el 2 de Mayo de 1994, al cumplirse el 102 ª aniversario de la muerte del Prof. Hermann Burmeister. Uno puede ahí visitar una exposición sobre la vida y la obra el científico Burmeister.


La Casa Memorial en Stralsunden Mönchstraße 45, restaurada. El Burmeister Memorial, depende del Museo Alemán del Mar, en la calle Katharinenberg 14/20, Código postal 18439 Stralsund, Tel:Tel.: 038 31 - 265 02 10.

Existe también en la ciudad hanseática de Stralsund una escuela "H. Burmeister Schule" (1)al igual que la que existió hasta la década de 1990 en la ciudad de Buenos Aires. El lema de la escuela de Stralsund es ""El que quiera puede mucho, el que no quiere ¡nada! "Hermann Burmeister".






(1) Escuela regional Hermann Burmeister“ (Regionale Schule "Hermann Burmeister", en Jaromarstraße 10,18437 Stralsund, Telefon: (0 38 31) 49 48 91 .

jueves, 25 de octubre de 2012

Burmeister en Tucumán


Texto tomado textualmente de www.revisionistas.com.ar

Burmeister en Tucumán

El 24 de Julio de 1859, hacía su entrada en Tucumán, por las sendas polvorientas que venían de Santiago del Estero, el doctor Germán Burmeister. El sabio alemán sentía poco a poco que su capacidad de asombro no tenía límites. Al entrar en la localidad de Tres Pozos, advirtió con alivio que se desplegaban ante su vista “los pastosos y bendecidos campos tucumanos”. Le alegró llegar a Tres Pozos, dado que era la mejor posta que había visto desde Córdoba: “instalada en casa propia, vistosa, tenía camas con elásticos tejidos con lonjas de cuero, como es costumbre en el país”.
El trayecto desde la antigua posta de Tres Pozos hasta su meta fue una continua sucesión de vivencias jamás percibidas anteriormente en el transcurso de su vida errante. El impacto recibido coincide con las palabras de Alberdi: “Por donde quiera que se venga a Tucumán, el extranjero sabe cuando ha pisado su territorio sin que nadie se lo diga. El cielo, el aire, la tierra, las plantas, todo es nuevo y diferente de lo que se ha acabado de ver”.
Se encontraba también uno de sus hijos, del segundo matrimonio del sabio con la tucumana Petrona de Tejeda. Sobre este hecho sus hijos Carlos y Federico nos cuentan: “En Tucumán conoció a su segunda esposa, Petrona de Tejeda, nuestra madre, con la que contrajo enlace más tarde cuando volvió a Argentina y se había hecho cargo del Museo Público de Buenos Aires. (2)
Burmeister desde el vamos había quedado prendado de Tucumán; la magnificencia del paisaje le impactó sobremanera en aquel frío atardecer de julio de 1859. En su obra “Descripción de Tucumán” manifiesta: “Las naranjas doradas de las hespérides que asomaban en gran cantidad, justamente cuando yo llegué a Tucumán, de entre el oscuro follaje de los árboles contribuyeron a aumentar la impresión espléndida, verdaderamente maravillosa de estos parajes; ahora comprendía por qué en el país se llama a Tucumán el jardín de la Confederación Argentina: aquí se encuentran frutos y flores artificialmente cultivadas en todas partes, en hermosa abundancia, algunas veces está la atmósfera perfumada por la fragancia exquisita de las miles de flores de naranjos, que florecen en setiembre. Eran, lo confieso sin disimulo, los más hermosos días de mi vida”. (3)
Es así como había llegado Burmeister a Tucumán, atraído por las noticias que llegaban de las provincias del Norte –que como vemos no le defraudaron-, con medios brindados por el gobierno de la Confederación Argentina y para realizar estudios durante seis meses. Los trabajos que aquí realizó sobre la gea, flora y fauna son los más completos que se hicieron hasta ese entonces. Las Ciencias Naturales se afianzaban así definitivamente en Tucumán.
No bien instalado en la provincia, don Germán trabó contacto con influyentes tucumanos que le brindaron apoyo para poder desempeñar la misión que le traía. El “Eco del Norte” del 28 de julio, comenta su llegada: “…Burmeister que viene enviado por el gobierno de Prusia a estudiar la zoología de la provincia” (4). Por intermedio de este periódico, más adelante, solicita al pueblo colaboración: “… que todo el que le presente algún insecto o bicho raro será bien gratificado”. (5)
Fueron muchos los provincianos que, como ya se dijo, facilitaron la tarea del investigador. Guillermo Chenaut, propietario de la quinta “El Manantial”, le ofreció este solar para que allí pudiera realizar estudios sobre climatología y zoología. Cuenta Burmeister que su vida transcurría en ese paraje apacible rodeado de la lujuriante naturaleza, en la paz que el campo proporciona. Al atardecer solía dirigirse hacia los centros poblados a lomo de caballo donde se entretenía agradablemente con sus nuevos conocidos. La estancia del señor Chenaut quedaba a una legua del manantial de Marlopa en una zona privilegiada de Tucumán donde la naturaleza le brindaba grandes posibilidades. Recuerda el sabio la espléndida vista que desde la galería de la casona podía apreciar: “… la hermosa perspectiva de la sierra ante mis ojos, con sus picos sobresalientes cubiertos de nieve”. (6) Este paisaje impresionó tanto al sabio que lo inmortalizó en su obra “Vues pintoresques de la Republique Argentine” (Paris, Bs. As. Halle 1881).
Burmeister quedó eternamente agradecido a su “amigo Guillermo Chenaut” como lo menciona constantemente a través de su obra. Fue indudablemente una colaboración de inestimable valor la que le brindara este caballero tucumano.
Marcos Paz también se interesó sobremanera en la labor del científico. Este ilustre tucumano, que durante su gestión gubernamental –al decir de Groussac: “el gobierno histórico de Tucumán” (7)- propiciara todo lo que representaba organización, cultura y progreso, se sintió atraído por la obra del sabio alemán e inclusive le acompañó en un viaje a la estancia de San Javier propiedad de José Frías. Su visita al lugar –en plena serranía tucumana- fue pródiga de recuerdos. Nos cuenta la historia del lugar y de cómo el entonces propietario, José Frías, hubo de comprar esa propiedad que “perteneció a una Fundación de los Jesuitas 25 años atrás por 2.000 pesos y que al momento, él obtenía solamente con la venta del queso –que hacía competencia al de Tafí- una entrada anual de 1.500 pesos”. (8)
La primera y última etapa de su viaje a San Javier, fue la visita al Ingenio “Cevil redondo” que pertenecía también a su “…gran amigo don José Frías que es dueño de muchas leguas de campo, hasta el otro extremo de la sierra, nos cobijamos bajo el techo hospitalario de su casa para conocer guiados por su propietario el paraje y los extensos establecimientos que ha fundado este trabajador incansable durante más de 20 años”.
En esta gira el sabio realizó un amplio estudio científico de la zona, quedando maravillado una vez más por la prodigalidad de la naturaleza: “… Nunca he visto una vegetación más hermosa, más imponente y más exuberante en mis viajes por la República Argentina que esta vez en la falda de la sierra de Tucumán, al conocer el soberbio bosque de “Los Laureles”.
Como era de esperar, Burmeister se relaciona con Amadeo Jacques y con el movimiento cultural y educacional de Tucumán. Visita el Colegio San Miguel, al que considera en el plano estético “edificio no muy elegante pero muy apropiado”. Nos describe sus patios con naranjos, sus adecuadas aulas, la biblioteca y casa del Director. Elogia el naturalista la educación que allí se impartía. Nos cuenta que en esa época el colegio contaba con 20 discípulos que se destacaban por su aplicación, hecho que pudo comprobar personalmente ya que aprovechando su estadía en Tucumán, el Gobierno le designó miembro del Tribunal para los exámenes finales de 1859 juntamente con los doctores Agustín Justo de la Vega y Uladislao Frías. Burmeister queda favorablemente impresionado a juzgar por los elogios que vierte en “El Eco del Norte” y en su obra “Descripción de Tucumán” en la que hace mención a los conocimientos claros, seguros, y sanos que tenían los alumnos.
La amplia cultura del sabio alemán le llevó a interesarse por todos los aspectos que le brindaba Tucumán. Su espíritu analítico nos da una imagen de la ciudad en la cual podemos reconstruir sus más importantes aspectos en una narración minuciosa y detallada, en la cual no escatima duras críticas y elogios sinceros.
El crecimiento edilicio de la ciudad fue el punto más combatido por Burmeister. La edificación de la época le movió a duros comentarios como por ejemplo la recientemente reconstruida iglesia matriz “… de la cual se enorgullecen los habitantes sin razón, pues es una obra que resultó malograda en todo sentido…” A través de un análisis frío en el que se aportan argumentos de peso respecto a la indiscriminada mezcla de estilos que en ella se observan, llega a la siguiente conclusión: “Todas las proporciones fallan, o se han aplicado tan fuera de lugar que desde un punto de vista artístico, sólo se pueden apreciar el conjunto con repugnancia, es una mezcla terrible de todas formas arquitectónicas donde se codean formas artísticas religiosas con profanas, lo cual se asemeja en su decoración más a un teatro que a una iglesia”.
Para no extendernos demasiado en este tema diremos que los otros edificios religiosos que se estaban construyendo o remodelando no le merecieron mejor impresión, refiriéndose también a ellos en forma detallada y debemos reconocerlo: muchas de sus observaciones son inobjetables. Se refiere por última vez al tema lapidariamente: “El gran cuidado con que se mantenían en tiempo de los españoles las iglesias y los conventos, son cosas con las cuales los actuales habitantes no están de acuerdo, dejan que se deterioren, o se hace una lujosa catedral nueva con un estilo teatral como la que se ha hecho en Tucumán hace pocos años, pero no piensan en mantener la vieja y digna característica del tiempo de los españoles. Lo antiguo no se aprecia en este país y dejan que se destruya, cuanto antes mejor”. Este comentario lo hizo al contemplar el convento de San José de Lules, vieja reliquia de los jesuitas , que más de una vez fuera objeto de abandono y que por milagro no desapareció, ya que más de una joya del arte colonial ha desaparecido en Tucumán a causa del criterio que Burmeister censuraba hace más de cien años. Pero este hombre inteligente supo también ver el lado positivo en este afán de construcción, ya que consideraba que guiaba a los tucumanos una aspiración por sobresalir como ninguna ciudad argentina.
El sabio quedó en todo sentido favorablemente impresionado con Tucumán, sobre todo en la faz cultural que en aquella época evolucionaba notablemente. Pudo apreciar las inquietudes de los miembros del “Club Social 9 de Julio” donde se recibían publicaciones de actualidad y que tenía un espléndido piano para sus socios, que ya habían propiciado la formación de la Sociedad Filarmónica. El teatro no tenía edificio adecuado, pero el gobierno había solicitado la presentación de proyectos para la construcción del mismo. Burmeister presentó uno que fue aceptado; de esta forma, incursiona también en la arquitectura de la ciudad.
No pasó por alto el inquieto alemán el crecimiento comercial de Tucumán, y las numerosas casas de comercio que en ella había. Elogia la elegancia de las damas tucumanas y el lujo con que se ataviaban, destacando que en ello también llevaban la vanguardia. Las industrias que florecían en la época merecen también un capítulo de su obra. Y augura un gran porvenir para la provincia que era a su criterio “La más adelantada de las ciudades el interior”. A su parecer ello obedecía al hecho que Tucumán fue cuna de la Independencia, conservando así cierta Independencia mental, manteniéndose libre espiritualmente y no participando de la beatería de culto tan decididamente como las otras provincias del interior. Su relato no deja de tener dejos de ironía cuando narra la costumbre de las señoras y señoritas de edad avanzada que concurrían frecuentemente a la Casa de Jesús donde se imponían penitencias y realizaban ejercicios espirituales. Si bien es cierto, la síntesis precedente de las impresiones de un viajero alemán al Tucumán de 1859, no hace a la propia historia de las Ciencias Naturales –como ya dijimos anteriormente la misma estrechamente ligada a diversos aspectos de su cultura-, queda el relato de Burmeister como un notable testimonio.
Al finalizar el año 1859 Burmeister prepara su viaje de regreso dejando Tucumán el 27 de enero de 1860. Se dirigió a Catamarca para después dejar el país rumbo a Alemania. En camino hacia la vecina provincia tiene oportunidad de conversar con su compatriota H. Erdmann llegando ambos a la conclusión de lo difícil que resultaba volver a Europa habiéndose ya habituado a la vida y costumbres sudamericanas, confesándose a sí mismo que de no haber mediado compromisos adquiridos, en su ánimo estaría el permanecer para siempre en nuestro país. Deseo que pudiera cumplir para entregar, a partir de 1861, de este modo su vida a las Ciencias Naturales argentinas. Deja en Tucumán un completísimo estudio sobre el tema que es hasta hoy en día fuente de consulta para los científicos contemporáneos.

Bibliografía
Anónimo: Burmeister en Tucumán, en Revisionistas: http://www.revisionistas.com.ar/?p=7834/
Referencias
(1) Ángel Gallardo – En prólogo a “descripción de Tucumán” de G. Burmeister.
(2) Germán Burmeister – Viaje por los estados del Plata (en prólogo de sus hijos Carlos y Federico), Vol. I, pág. 13.
(3) Germán Burmeister – Descripción de Tucumán – Página 49.
(4) El Eco del Norte – 28 de julio de 1859, página 3.
(5) El Eco del Norte – 4 de agosto de 1959, página 3.
(6) German Burmeister – Descripción de Tucumán – Página 71.
(7) Paul Groussac – En Memoria histórica y descriptiva de Tucumán, página 247.

Fuentes
Bascary, Sara Peña de – Naturalistas en Tucumán.
 Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Todo es Historia – Año IX, Nº 104, enero de 1976.