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jueves, 27 de octubre de 2016

Burmeister, un precursor

por Hugo P. Castello
El 31 de Enero de 1857, fecha del arribo a Buenos Aires del profesor alemán de zoología Karl Hermann Burmeister, fue el punto de partida, tanto en la Argentina como en el resto de América Latina, de los estudios sobre fósiles y cetáceos. Estas dos disciplinas, que si bien en los últimos 130 años han tenido algunos altibajos, actualmente se encuentran en plena expansión en la Argentina. Entre 1864 y su muerte en 1892, Burmeister, ya a cargo de la dirección del Museo Público de Buenos Aires (actualmente Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia"), inició y editó los Anales del Museo Público de Buenos Aires. Durante ese tiempo, interesado por el estudio de delfines y ballenas del mar Argentino, publicó un total de 21 artículos. Para quienes estudian los cetáceos y pinnípedos de nuestras costas, no pasa desapercibido las enormes dificultades que tiene que haber sorteado Burmeister para poder enterarse sobre varamientos en distintas regiones de la costa argentina. Más complicado debe haber sido acceder a caballo a dichos lugares, para luego recoger y transportar a Buenos Aires los cuerpos completos de ballenas y delfines, muchos de ellos sumamente pesados y en Ilustración de un zifio de Cuvier realizada por K. Burmeister (foto A. Lichter). En estado de putrefacción.

Acuarela del Delfin picudo descripto por Burmeister (Foto: Alfredo Lichter).
En una época en que la bibliografía científica sobre zoología en idioma español no existía y, cuando el mismo Burmeister admite que en 1872 sólo poseía dos documentos sobre cetáceos: la descripción del Hyperoodon hecha por Vrolik en 1848 y el Voyage of the Erebus and Terror escrito por Gray en 1846, se comprenden las grandes dificultades que debió enfrentar ese científico para describir los numerosos ejemplares de cetáceos de nuestra fauna que llegaron a su poder. Gracias a un constante intercambio epistolar con el científico británico Gray, perteneciente al British Museum of Natural History de Londres, Burmeister se fue aproximando a la correcta clasificación de sus ejemplares, algunos de los cuales tuvo la enorme fortuna de recoger en las costas del Río de la Plata, frente a la propia ciudad de Buenos Aires. En aquella época este río no estaba contaminado ni surcado por grandes embarcaciones como en la actualidad, y, por ende, las ballenas penetraban con frecuencia por el estuario varando hasta en las islas del Delta del Paraná (ver pág 98). Entre las especies de cetáceos que Burmeister clasificó correctamente figuran la marsopa espinosa, Phocoena spinipinnis (ver pág 28), cuyo ejemplar tipo se conserva hoy en la colección del MACN, y una nueva especie de ballena que en su momento denominó Balaenoptera bonaerensis, ya que apareció varada frente a las costas de Buenos Aires. Esta clasificación, fue durante más de un siglo considerada como no válida, hasta que muy recientemente, se clasificó a la ballena minke del Atlántico sudoccidental como Balaenoptera acutorostrata bonaerensis (ver pág 96). Quizás el caso más llamativo y más complejo que le tocó investigar a Burmeister fue el de un delfín picudo macho de 3,95 m. de longitud, de la familia de los zífidos, y que varó el 8 de agosto de 1866 frente a Buenos Aires. Como el cráneo del ejemplar se asemejaba al del zifio descripto por Cuvier (clasificado por aquél entonces como Delphinorhynchus de Blainville) y al de la hembra estudiada por Dumontier y también porque presentaba algunas semejanzas con el Hyperoodon examinado por Vrolik, su primera tentativa fue denominarlo Ziphiorynchus cryptodon. Curiosamente en 1866, Burmeister vuelve a revisar dicho ejemplar y decide llamarlo Epiodon cryptodon y tres años después lo corrige nuevamente a Epiodon australe. De esta forma se convierte en el único ejemplar de Burmeister que recibe tres nombres diferentes. Este hecho refleja la voluntad del autor de acercarse a la correcta clasificación del mismo, sin temor a la crítica de sus colegas. Si bien de este ejemplar Burmeister realizó perfectos dibujos de los distintos huesos del esqueleto y del cráneo, desafortunadamente se han perdido y sólo resta en nuestro poder una tenue acuarela del espécimen recién varado, que nos permite clasificarlo hoy en día, sin dificultad alguna, como un zifio de Cuvier. La acuarela de este cetáceo, que actualmente se exhibe en la Sala de los gigantes del mar del MACN, fue recientemente restaurada, ya que el óxido y hongos la habían deteriorado. Es esta sin duda la más antigua acuarela existente de un cetáceo en América Latina y, al observarla con detenimiento, uno no puede dejar de maravillarse de la precisión y nivel del artista. Sin duda un reflejo del alto nivel de conocimientos anatómicos y zoológicos de este científico, pionero indiscutido de la cetología argentina y latinoamericana.

Comentarios del autor (27/10/2017):
En octubre del 2017 podemos informar que la ballena minke antártica descripta por Burmeister, como Balaenoptera bonaerensis es hoy en día aceptada como especie válida, es más pequeña que la Balaenopotera acutorostrata que también está presente en nuestras aguas y posee una mancha blanca en la aleta pectoral .
Llamativamente y después de un poco más de un siglo y medio volvió a varar en la costas de Vicente López, cerca del Puerto de Olivos, Provincia de Buenos Aires, el 17/10/17 una mal denominada "ballena picuda," probablemente un ejemplar de delfín de Cuvier , Ziphius cavirostris, cuyo esqueleto habría sido recuperado por personal del Museo Argentino de Cs. Naturales
Ver artículo del diario Clarín (22/10/17 :Sorpresa en la costa de Vicente López: apareció una "ballena picuda" muerta”.



Foto Revista "El Federal".

La acuarela del Epiodon australe muestra lo que hoy conocemos como Ziphius cavirostris, el mas común en todos los oceános de los delfines picudos.
Es importante mencionar que es la única acuarela que sobrevivió hasta la fecha de las numerosas que efectuó Burmeister La hallé muchos años atrás en la División Mastozoología del MACN en muy mal estado de conservación. Estaba fijada sobre una hoja del diario La Nación  de la década de 1930.
Con fondos propios (US$ 400) la hice restaurar por un experto, quien eliminó las manchas de óxido que el papel de diario había transmitido a la acuarela 
El nombre del delfín estaba oculto por el óxido y después de la restauración se lo pudo leer nuevamente.
Una vez restaurada la acuarela fue exhibida por más de una década ,en la Sala “Gigantes del Mar” hasta  que en junio del 2005, el anterior Director del MACN decidió desmontar dicha sala y crear un “bar temático” de muy mal gusto estético, que de bar temático no posee ningún atributo.

La acuarela fue desmontada  de la pared y tirada en el piso. 
Por casualidad el Dr. Luis Cappozzo que pasó por dicho lugar la recogió y la conservó hasta el día de la fecha en su laboratorio del 3er. Piso del MACN.

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